La
playa de Dulcinea
7 –Llueve
Este
calor no es normal, acabamos de empezar el verano y ya estamos asfixiados. Si
todo el verano va a ser así muchos no lo superaremos. Me pone de mal humor el
exceso de calor, no estoy cómoda con ningún tipo de ropa y nada de lo que hago
o tomo me refresca, solo lo consigo al sumergirme en el mar. Aún el agua está
fresca.
La
playa está a tope, las toallas chocan con otras toallas y los niños perdidos
parecen ser de todos. Hay varios veleros fondeados muy cerca de la playa, para
mi gusto, demasiado cerca aunque es bonito verlos mecerse en las olas y
reflejarse en el mar mientras vemos como sus ocupantes toman el sol en la
cubierta, beben o ríen para que todos les oigamos. Cuando se callan se oye el
rumor de las olas y el griterío de los chiquillos jugando.
A la
hora que entra el Embat, esa brisa fresca que llega a mediodía desde el mar,
parece que estamos a punto de sufrir un soponcio si no nos quedamos a remojo,
parecemos patos en un estanque; algunos buscan la sombra del edificio alto que
da al lateral de la playa y que nos regala un trozo de sombra en el agua desde
el mediodía. El aire rola y coge fuerza, algunas sacudidas sorprenden a los
árboles y a los bañistas. Me parecen oír truenos lejanos aunque lo relaciono
más con los ruidos de una obra cercana que con una tormenta que nos pilla por
sorpresa haciendo que la gente hulla de la playa, despavoridos, temiendo el
dolor que provocan las gotas de lluvia.
Nos hemos quedado media docena de personas. Miro al cielo gris y doy las
gracias al dios de las tormentas que nos está regalando este momento único.
Estamos nadando bajo la lluvia, no nos conocemos pero nos miramos y sonreímos
disfrutando de este regalo; la temperatura ha bajado y desde arriba de la
escalera algunos nos miran asombrados mientras bajo las sombrillas del
chiringuito se resguardan las toallas y las bolsas de la playa de los que
estamos nadando bajo la lluvia. Es una sensación única, relajante y feliz.
La
dueña del bar se toma un café, tranquila, bajo una sombrilla mientras nos mira
disfrutar del mejor de todos los baños. A lo lejos el sol se vuelve a abrir
entre algunas nubes dibujando oblicuas líneas doradas que caen al mar.
P.D
Dedicado a todos los que quieran soñar con un poquito de simple realidad. Un
beso. Amaya Puente de Muñozguren. Todos los derechos reservados.
No hay comentarios:
Publicar un comentario