viernes, 4 de julio de 2014

La playa de Dulcinea 4 Noche de San Juan

La playa de Dulcinea
4 Noche de San Juan
En la playa ya no da el sol, enfrente, al otro lado de la bahía, se ven los edificios lejanos en los que se refleja el sol que se va. Dos docenas de niños juegan en el agua, algunos ya se van, a regañadientes, mientras personas vestidas de blanco llegan para celebrar la noche más mágica del año, la noche de San Juan, van cogiendo sitio en la playa y preparan velas y papeles llenos de deseos que quemaremos poco antes de dar las doce. El primer baño del año, a esas horas, está acompañado por el alcohol o por juegos y apuestas.
Los niños son reacios a salir del agua aunque estén temblando, es la hora en la que el agua guarda el calor del día sin que queme el sol. El chiringuito de la playa tiene reservadas todas  las mesas aunque la mitad aún están vacías. Solo los turistas extranjeros cenan a estas horas.
Los niños siguen molestando con las raquetas, las pelotas y los balones; parece mentira que ninguno de los mayores que les acompañan les controlen, ya he perdido la cuenta de la cantidad de veces que la pelota ha venido a mi toalla. Se me están yendo las ganas de seguir en mi playa y en la de estos pequeños salvajes.
Se encienden las velas y se van los niños de las pelotas, que juegan con las pelotas, quiero decir y la playa, por fin, respira una tranquilidad desconocida mientras todos cenan y encienden velas en silencio.
El sol hace tiempo que se ha ido. Hay nubes grises, cargadas de agua que presagian tormenta. El aire empieza a soplar con fuerza haciendo titilar las velas que nos rodean.
Cae la noche y coge cada vez más fuerza el brillo de las velas y el olor a incienso que queman por todas partes. La noche se vuelve pura magia. La playa se llena de velas, el chiringuito de gente y el hotel de luces en el jardín, junto a la piscina, lleno de turistas.
La playa está llena, todos se quejan de los que juegan a las palas y a las pelotas pero nadie les dice nada. Queremos tener la fiesta en paz.
Unos ponen las velas dentro de vasos, otros en huecos en la arena para que el viento no las apague, otros las ponen en bolsas de papel de parafina a medio llenar de arena, otros traen velas flotantes que saltan las olas y se pierden en el horizonte y los menos traen pequeñas cometas en las que se elevan las velas encendidas hacia un cielo negro de pocas estrellas.
Noche de luces y hogueras, de sueños y peticiones. Comienza la noche mágica de San Juan, algunos, escondidos en las sombras, se sumergen en el mar.


P.D. Dedicado a todas las personas que necesitan un poco de brisa marina. Con todo mi cariño. Todos los derechos reservados. Amaya Puente de Muñozguren. 

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