jueves, 10 de julio de 2014

La playa de Dulcinea 20 –Mirando a lo lejos

La playa de Dulcinea
20 –Mirando a lo lejos
 Después de un largo silencio en el que nos encontramos atrapadas, María del Fin me habla mirando a los acantilados lejanos mientras acaricia su prominente barriga y me cuenta lo mal que les han ido las cosas y como cada vez que parecía que sacaban la cabeza del agujero venía un contratiempo que hacía que la tuvieran que volver a esconder, a pesar de eso me habla de amor y trabajo en equipo, de depresión y tristeza, de apoyo y ternura día tras día.” Nico nunca fue el mejor candidato –me dice- pero es el que ha elegido mi cuerpo y mi corazón”. Se le escapan las lágrimas e intenta mirar hacia otro lado para que no la vea. Toda su vida ha sido una lucha continua, primero contra sus familias que no les querían ver juntos y luego contra todo lo demás. Solloza.
 ¡Es tan joven! Para que se recupere le cuento como encontré la botella, en dónde estaba y cómo la abrí. También le digo que siento no haberlo hecho antes y que desde ese momento no se me va de la cabeza. Ella me explica que Nico fue cocinero en un importante hotel durante muchos años hasta que lo cerraron y desde ese momento su vida fue un deambular de cocina en cocina, trabajando por días y hasta por horas para hacer comidas para turistas sin ningún tipo de interés culinario, lo que a Nico le estaba amargando la vida, pero no había más y él no lo aceptaba.
 Aún siguen sin noticias de él. María del Fin, se toma un agua fresca, a sorbitos, y sus maravillosos ojos verdes escudriñan el mar lejano sin encontrar a su compañero, a su amor, al cobarde que le ha dejado sola ante todos los peligros del mundo. Luego llora desesperada y quedamos en vernos otro día. Se va por el callejón que da al chiringuito desde la calle sin mirar atrás. Yo no la pierdo de vista hasta que cruza en el semáforo y la pierdo, oculta tras el tráfico que pasa por delante.


P.D. Muchas gracias a todos mis lectores por estar ahí y darme ánimos para que la historia siga cobrando vida cada día. Sin vosotros estaría metida en un cajón. Un saludo. Amaya


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