viernes, 4 de julio de 2014

La playa de Dulcinea 3-Ver amanecer

La playa de Dulcinea
3-Ver amanecer
He bajado a la playa con mi perrita para ver amanecer, el calor no me dejaba dormir y el canto de los pájaros me avisa de que el día está a punto de encenderse. La perrita se sabe el camino, al igual que sabe que la playa es de los humanos y que ella me tiene que esperar jugando en las rocas.
El ascensor de cristal está oscuro. Los cuatro tramos de escaleras casi no tienen luz pero la playa ya brilla con luz anaranjada. En la cueva que hay, bajando a la derecha, hay alguien durmiendo; mientras paseo por la orilla viendo elevarse el sol me doy cuenta de que la persona que está bajo una manta vieja se despereza y levanta. No puede verme, yo a él sí. Se va a la ducha con la manta como capa, la deja con cuidado sobre la barandilla de acero inoxidable y se ducha. Su cuerpo desnudo parece irreal, brillante y rojizo, envuelto por las primeras luces del amanecer.
Mojo los pies en el agua fresca y veo venir al galope a la perrita, mi playa es también la suya, sobre todo en invierno, cuando puede jugar en la arena y hacer agujeros enormes con sus amigos de cuatro patas.
Subo las escaleras y el sol me da en la espalda. El chico que dormía en la playa va delante de mí con la mochila cargada en la espalda y la manta enrollada. En el semáforo los dos nos detenemos a esperar que se ponga verde, nos damos los buenos días y cruzamos la calle siguiendo caminos distintos.

P.D. dedicado a todos mis amigos. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario